La portada de ayer de la edición de ‘El Mundo’ en internet clarificaba a una España cada vez más cercana a Venezuela y Argentina mientras Eslovenia y Nueva Zelanda –esa antípoda que cuando juega al fútbol (Mundial’82: Naranjito) lo hace de negro– hace ya tiempo que nos adelantaron por la derecha. Primero: ‘La fiscalía pide “concluir de manera urgente” la causa contra dirigentes chinos por el genocidio del Tíbet’. De seguido, y a la vista: ‘Marta, inocente en España’, demostrándose a cuántos años luz estamos de otros países, incluidos los siempre odiados Estados Unidos, cuando éstos últimos se pasaron por la piedra al siete veces campeón del Tour de Francia, Lance Armstrong, al que le ha faltado poco para entrar en el talego cuando Marta Domínguez, en España, es senadora. En el Senado, al menos, los controles anti-dopaje no existen.
España es una vergüenza. Y la fiscalía de la Audiencia Nacional un caso de pederastia masiva contra nuestra imberbe justicia. Ojalá los sodomicen en prisión si es que algún día la justicia, en España, no ya no es sólo justa, sino que deja de ser rastrera; que tras la detención de decenas de mandarines gracias a la Operación Emperador donde se demostró que el entramado chino –el 90% de sus habitantes en nuestro país– estafa, camufla, evade, explota y silencia lo que consigue en España para beneficio propio hoy casi todos los estafadores están en la calle haciendo exactamente lo mismo por obra y gracias de jueces como Andreu conminados con nuestra casta política.
La reforma de la justicia universal española, que cesa, no se basa en entregarse desde ahora en cuerpo y alma a la nacional, sino en evitar molestar a China tras la investigación de la Audiencia que recientemente imputó a Hu Jintao además de que se anunció una orden internacional de detención contra Jiang Zemin, ambos ex presidentes chinos, por genocidio en el Tíbet.
En el caso de Marta Domínguez –¿habría que ver en qué carnicería compró ésta el chuletón?– España no sanciona a la atleta en contra de, ojo, los criterios de la IAAF, la AMA y el CSD. Lo mejor de todo es que la Federación Española de Atletismo se niega a hacer públicos los argumentos por los cuales no se sanciona a la atleta.
Los subsaharianos que en estos días saltan la valla de Melilla creyéndose que ya están en el paraíso deberían saber que aún les queda un largo trecho para entrar en él: cruzar los Pirineos.
